«El nacimiento de Venus», Alexandre Cabanel (1863)
Amor, invencible en la batalla.
Amor, que sobre las fieras te precipitas,
que en las tiernas mejillas de las doncellas
pernoctas, y vas y vienes por las ondas del mar
y las agrestes guaridas de las fieras;
nadie de ti puede escapar, ni entre los inmortales,
ni entre los humanos, criaturas efímeras.
Quien te posee enloquecido queda.
El corazón de los justos tú lo desvías
a la injusticia para su propia ruina.
Tú eres tambien quien suscitó
esta disputa entre hombres de la misma sangre.
Vence —a la vista está— el deseo producido
por los ojos de una novia buena para el lecho;
ese deseo cuyo sitial está entre los amos supremos
junto a sus leyes augustas, porque es
en su juego invencible la diosa Afrodita.
«Antígona» (781-801) Sófocles